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Columna - Análisis
31 Marzo 2022 / Por Alexa Beristain

¿Rigidez teórica o transfobia?

Abolición de género y vulneración de derechos de las disidencias sexo-genéricas

El Concurso de Ensayo Universitario se realiza con el objetivo de fortalecer la práctica de la escritura académica entre les alumnes del CIDE. En la edición 2021 pudieron participar todes les estudiantes actives de licenciatura y posgrado con un ensayo escrito para cualquiera de las materias cursadas en el periodo Primavera 2021, siempre y cuando el ensayo fuera propuesto por algune profesore. El presente ensayo obtuvo el segundo lugar en la categoría de licenciaturas.


El pasado 6 de febrero, colectivas de feministas radicales se manifestaron frente a la Cámara de Diputados de Toluca para pronunciarse en contra de la Ley de Identidad de Género.[1] Entre las pintas se leían consignas como “las mujeres no tenemos pene”, “no al borrado de mujeres” y “abolición de género”. El argumento de las protestantes fue que, mientras se beneficia a la minoría trans, problemáticas como los feminicidios y el aborto siguen siendo ignoradas. Este hecho no es aislado y mucho menos espontáneo: estas colectivas han expresado continuamente su rechazo —especialmente a través de redes sociales— a la teoría queer y las personas trans por servirse del sistema de género que oprime a las mujeres. Así pues, las feministas radicales proponen la abolición del género como solución a esta opresión y consideran que las personas trans son agentes del sistema que tratan de erradicar.[2]

Sobre esta cuestión, surge la pregunta: ¿por qué los discursos reaccionarios que consideran a la abolición de género un medio para la eliminación de la opresión vulneran los derechos de las disidencias sexo-genéricas? Estos discursos son violentos porque activan una retórica fiscalista y descorporizada hacia los individuos que utilizan las categorías de su entorno actual para expresar su identidad. La relevancia de este tema es reconocer la violencia en el discurso del feminismo radical para proteger los derechos e identidades de las personas trans y no binarias y, así, poder proponer alternativas sensibles al contexto actual.

La abolición de género ha sido propuesta por diferentes colectivos, ya sea como acción emancipatoria o como consecuencia del desmantelamiento del sistema. La primera visión ha sido promovida principalmente por el feminismo radical, que considera al sistema sexo-género como la raíz de toda opresión. Siguiendo la tradición del feminismo de segunda ola, el feminismo radical considera que el patriarcado es el sistema de dominación primario y está sustentado por estereotipos de género que oprimen a las mujeres.[3] Por lo tanto, proponen que el género debe ser abolido para eliminar esta opresión. Sin embargo, con el fortalecimiento del movimiento por los derechos de las personas transgénero y transexuales, un sector (amplio) del feminismo radical se pronunció en contra de la integración de las mujeres trans en la lucha feminista por no considerarlas oprimidas por tener una materialidad sexual diferente. Además, denuncian a las personas trans por reforzar el sistema de género al reducir el ser mujer a un “sentimiento” y valerse de los estereotipos de género para expresar su identidad.[4]

A pesar de que la abolición de género es una propuesta reciente que se discute sobre todo en redes sociales, tiene su origen en la teoría radical trans excluyente. Por ejemplo, algunas autoras como Raymond, Jeffreys y Morgan afirman que tras el transgenerismo está la “percepción patriarcal de que los cuerpos de las mujeres deben estar disponibles para los hombres”[5] y es el resultado de la alianza entre varones y doctores para la fetichización de la experiencia femenina en servicio de sus propios placeres masculinos. Consecuentemente, plantean que las personas trans no existen a menos que la transexualidad esté basada en la idea de la esencia femenina.[6] Así pues, las feministas radicales actuales utilizan dicha teoría para invalidar las experiencias de las personas trans bajo la justificación de que la mal llamada ideología de género promueve el “borrado de mujeres”.

A propósito de esto, dentro de los feminismos negros y decoloniales y las teorías queer y anarcoqueer han surgido críticas que señalan la naturaleza eurocéntrica, colonial y reaccionaria de la teoría radical. Específicamente, denuncian la universalización de la categoría de mujer y el binarismo de género que desechan la naturaleza colonial de la imposición del género como sistema de opresión. Además, critican el supuesto de que el patriarcado es la raíz de toda opresión, ya que comprenden que el sistema mundo está compuesto por la coexistencia recíproca de los mecanismos de poder capitalistas, coloniales, capacitistas y, por supuesto, patriarcales.

Dicho esto, dentro del marco decolonial, el discurso reaccionario del feminismo radical a favor de la abolición de género utiliza una retórica descorporizada porque enmarca la opresión en una rigidez teórica descontextualizada. Así pues, la rigidez teórica propicia la universalización y esencialismo a través del uso de elementos coloniales y biologicistas. Mismos que despojan de agencia a lxs sujetxs analizadxs e invisibiliza mecanismos de opresión diferentes al patriarcado como, por ejemplo, la supremacía blanca, el capitalismo, el capacitismo y el colonialismo.

Antes que nada, los conceptos de género y de mujer son construcciones occidentales que pretendieron universalizarse con la colonización.[7] Cuando las feministas radicales dicen que “lo único que nos hace mujeres es el sexo”[8] y que, por lo tanto, la opresión está basada en éste, están pronunciándose dentro de estos esquemas bio-lógicos[9] coloniales que asimilan determinados caracteres físicos con un sexo; y un determinado sexo con un valor determinado. Sin embargo, ¿cómo puede ser el origen de toda opresión el sexo cuando este no era un determinante de las divisiones sociales en algunas comunidades hasta la llegada de los colonizadores europeos?[10] En ese sentido, cuando las feministas radicales apelan a que las personas trans refuerzan el sistema de género, lo hacen desde el supuesto de que la división sexual es algo dado e inmutable, sin tomar en cuenta su proceso de construcción desde el sistema colonial de género. Consecuentemente, estos esencialismos ignoran la estructura de la matriz colonial de poder en la que el género es apenas un eslabón en la configuración y acción del poder como mecanismo de opresión.

Por ende, es indudable que el apego rígido a una teoría que ignora el contexto en que se ubican los sujetos analizados genera un discurso que responde a las necesidades de las personas que no se ven entrecruzadas por los mecanismos de opresión de la matriz colonial del poder. Asimismo, el discurso radical omite el hecho de que los binarismos mujer/hombre y femenino/masculino no atienden a una lógica natural, sino de poder.[11] Por ende, esta omisión resulta en una incomprensión de que el género (y el sexo), al no ser natural, tiene implicaciones materiales que afectan la vida y autopercepción de las personas. Especialmente, esta descorporización y descontextualización despojan de agencia a las disidencias sexo-genéricas al arrebatarles su identidad y capacidad para nombrarse y autopercibirse en un contexto en el que el género existe.

Análogamente, la descorporización del discurso feminista radical fiscaliza a los individuos que no se adaptan al binarismo sexo-genérico porque normativiza a las personas trans o no binarias como perpetuadoras de los estereotipos de género, sin tomar en cuenta la dimensión sistémica de la opresión causada por el sistema colonial del género. Por ende, la fiscalización de individuos resulta en acciones violentas concretas que vulneran los derechos de las disidencias sexuales.

Primeramente,  entendemos como  fiscalización a la examinación de ciertas conductas para ver si cumplen con las normas, usualmente con el propósito de culpabilizar si no lo hacen. Así pues, la acusación de que las disidencias sexo-genéricas promueven el esencialismo de género es ciega al contexto de que, en una sociedad, las identidades de las personas suelen ser validadas por la percepción que otros tengan de ellas. De este modo, las personas trans y no binarias pueden recurrir a los estereotipos para que sus identidades puedan ser respetadas y reconocidas. Esto no significa que las disidencias sexo-genéricas perpetúan la opresión de género, sino que utilizan las herramientas que existen en un contexto que lo materializa. De este modo, el problema es el propio sistema de género que obliga a las personas —trans o no— a comportarse de cierta manera para que sus identidades sean respetadas. Cabe mencionar que muchas veces no sólo está en juego el reconocimiento de la identidad de las personas trans, ya que las personas cuya expresión de género no concuerda con la imagen hegemónica que existe de determinada identidad sufren mayor discriminación que aquellas que “pasan”.[12]

Ahora bien, la fiscalización de los individuos resulta en un rechazo por parte de los grupos que consideran a las disidencias sexuales como amenazas para el desmantelamiento del sistema de género. Es cierto que gran parte de la violencia en contra de las personas trans no es una consecuencia directa de los discursos a favor de la abolición de género. No obstante, la antagonización de las personas trans y no binarias resulta en acciones violentas concretas —especialmente hacia las mujeres trans— como el acoso en redes sociales, la exclusión de espacios feministas o para mujeres, el cambio deliberado de pronombres (misgendering), la negación de la identidad, entre otras acciones que se excusan en el progresismo y la teoría. Estas acciones son formas de violencia psicológica que pueden afectar la autopercepción de las personas y causar problemas mentales severos. No es fortuito que, según la ENDOSIG (CONAPRED, 2018), el 73% de los hombres trans y el 58.4% de las mujeres trans hayan tenido ideaciones suicidas.[13]

Además, autoras como Samek han denunciado la “violencia retórica” activada por las políticas de identidad presentes en el feminismo radical y el lesbofeminismo de los años setenta.[14] Si bien el feminismo radical contemporáneo que apela a la abolición del género critica precisamente a las políticas de identidad (ej. la identidad de género), utiliza los mismos mecanismos retóricos que resultan en la exclusión y violencia de grupos marginados. Samek menciona que la construcción de límites de identificación requiere definir la otredad, así, los activistas crean enemigos personalizados para reforzar la individualidad del colectivo.[15] De tal suerte, al igual que las feministas radicales de los años setenta bestializaban y despersonificaban a las personas transgénero para servir al Movimiento de Mujeres,[16] las feministas radicales contemporáneas utilizan las mismas herramientas para antagonizar a las disidencias sexo-genéricas en su lucha por la abolición del género.

En resumen, los esencialismos que conectan la genitalidad con determinados privilegios dentro de la sociedad resultan en una fiscalización de las personas que rompen con este binarismo. Sin embargo, algunas teóricas contraargumentan que “mientras el transgenerismo rompe la semblanza de la masculinidad, no rompen su realidad política, que es el poder”.[17] Así pues, aunque se acepte que el uso de estereotipos es una consecuencia circunstancial de la asimilación al sistema, la realidad política basada en la genitalidad sigue presente y, de este modo, los machos-a-hembras construidas (sic) pueden seguir ejerciendo su dominación sobre las mujeres. No obstante, la realidad es que las mujeres trans sufren mayor discriminación que los hombres trans:[18] México es el segundo lugar con mayor índice de transfeminicidios en América Latina[19] y en 2019, el asesinato de mujeres trans representó el 55% de los homicidios de personas pertenecientes a la comunidad LBGTQIA+.[20] Esto se debe a que es la percepción de la feminidad la que es castigada por el sistema, no la genitalidad. De esta forma, las disidencias sexo-genéricas no son el antagonista en la lucha contra la opresión causada por cuestiones de género, la matriz colonial de poder lo es.

Al activar una retórica fiscalista y descorporizada, el discurso del feminismo radical a favor de la abolición de género es violento hacia las disidencias sexo-genéricas. Por tanto, la abolición del género debe pensarse como una consecuencia a largo plazo de la eliminación de la matriz colonial del poder, que provocará el desmantelamiento de los estereotipos y jerarquías impuestos por el sistema colonial de género. Asimismo, en términos prácticos,   es imprescindible el respeto por las identidades de las personas trans para restaurar su agencia en la participación para la eliminación de la opresión por motivos de género. En conclusión, la rigidez teórica impide ver la deshumanización y vulneración de los derechos de otrxs derivadas del discurso a favor de la abolición del género. La teoría no justifica la transfobia: si no luchamos juntas, nos matan por separado.


[1] Aura Moreno, “Feministas radicales se manifiestan en contra de la Ley de Identidad de Género”, Milenio, Sec. Política, 6 febrero 2021. https://www.milenio.com/politica/comunidad/feministas-radicales-rechazan-ley-identidad-genero.

[2] Mujeres por la abolición, “La abolición del género nos hará libres”, Tribuna Feminista (mayo de 2020): https://tribunafeminista.elplural.com/2020/05/la-abolicion-del-genero-nos-hara-libres/ (Fecha de consulta: 3 de junio de 2021).

[3] Kate Millett, “Teoría de la política sexual”, en Política sexual (1969; reimpr., Madrid: Ediciones Cátedra, 1970), 67-124.

[4] Janice G. Raymond, The Transsexual Empire: The Making of the She-Male (Nueva York: Teachers College Press, 1994), xxiv.

[5] Janice G. Raymond, The Transsexual Empire: The Making of the She-Male (Nueva York: Teachers College Press, 1994), xv.

[6] Beth Moore, “Book review”, Sexualities, vol. 18 (2015): 765-768.

[7] Oyèronké Oye?wùmí, “La colonización de las mentes y los cuerpos: Género y colonialismo”, en La invención de las mujeres: Una perspectiva africana sobre los discursos occidentales del género (1997; reimpr., Bogotá: En la frontera, 2017), 207-257.

[8] Mujeres de la Sal (@mujeresdelasal), "Cuando las feministas decimos que el maquillaje y los tacones no nos hacen mujeres estamos criticando a la feminidad impuesta y que ésta se considere parte de nuestra esencia, no que se tenga que celebrar e incluso usar pronombres femeninos cuando alguien se viste así sin disociarlo de ser mujer", Instagram, 31 de junio de 2021, https://www.instagram.com/p/CPlMq8sD9K-/.

[9] [10] Oyèronké Oye?wùmí, “La colonización de las mentes y los cuerpos: Género y colonialismo”, en La invención de las mujeres: Una perspectiva africana sobre los discursos occidentales del género (1997; reimpr., Bogotá: En la frontera, 2017), 209.

[11] Teresa Villaverde, “Judith Butler: ´Queer pro quo´”, Pikara Magazine, (junio de 2016): https://www.pikaramagazine.com/2016/06/judith-butler-queer-pro-quo/ (Fecha de consulta: 2 de junio de 2021).

[12] Embajada de los Estados Unidos en México, La situación de acceso a derechos de las personas trans en México: Problemáticas y propuestas (México: Embajada de los Estado Unidos en México, 2019), 146.

[13] CONAPRED, Encuesta sobre Discriminación por motivos de Orientación Sexual e Identidad de Género 2018 (México: CONAPRED, 2018), 28.

[14] [15] Alyssa A. Samek, “Violence and identity politics: 1970s lesbian-feminist discourse and Robin Morgan’s 1973 West Coast Lesbian Conference keynote address”, Communication and Critical/Cultural Studies (2016), 4.

[16] Alyssa A. Samek, “Violence and identity politics: 1970s lesbian-feminist discourse and Robin Morgan’s 1973 West Coast Lesbian Conference keynote address”, Communication and Critical/Cultural Studies (2016), 12.

[17] Janice G. Raymond, The Transsexual Empire: The Making of the She-Male (Nueva York: Teachers College Press, 1994)xxix.

[18] Embajada de los Estados Unidos en México, La situación de acceso a derechos de las personas trans en México, 146.

[19] UAM Cuajimalpa. 2019. “México, segundo país con mayor índice de transfeminicio en América Latina”, 4 de noviembre. http://www.cua.uam.mx/news/miscelanea/mexico-segundo-pais-con-mayor-indice-de-transfeminicidio-en-america-latina.

[20] Leonardo Bastida Aguilar, “Reportan 117 muertes violentas de personas LGBT en primer año de AMLO”, Letra S: Sida, Cultura y Vida Cotidiana, A.C., https://cdhcm.org.mx/wp-content/uploads/2020/05/textolunes.pdf.

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