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18 Febrero 2022 / Por Paul Alcántar

Sexismo, Elba Esther y Belinda

La noche del sábado 12 de febrero me enteré por las redes sociales del intento de boicot que algunos integrantes de la CNTE de la sección 22 de Oaxaca organizaron en contra de la celebración nupcial de Elba Esther Gordillo con Luis Antonio Lagunas. Las imágenes no dejaron ninguna duda del enojo del gremio magisterial, que sin reparos logró ingresar a las instalaciones donde se llevaría a cabo la celebración. Destruyeron todo a su paso: sillas, mesas, manteles y arreglos florales. Finalmente dejaron su huella. Los muros del edificio quedaron con consignas grabadas con aerosol. Lo que me sorprendió fue que tres horas más tarde, el acto matrimonial se consumó como si nada de lo anterior hubiera sucedido.[1] La maestra —como también se le conoce— dio el sí a su prometido.

Mientras seguía leyendo las notas sobre la boda religiosa, no dejé de pensar en el video que días antes había circulado, en donde la propia maestra anunció su matrimonio civil. La escena de Gordillo y Lagunas, pensé, quedaba perfecto para una serie de memes y a una tormenta de comentarios relativos a todo lo que ella representa para la vida pública del país; pero también, me temo, a su condición de adulta de la tercera edad, que decidió casarse con un hombre menor que ella.

A la mañana siguiente me enteré de otro suceso que explotó en las redes sociales: por diversas fuentes se dio a conocer el rompimiento de la relación amorosa entre la popular cantante Belinda, con su prometido, el también cantante y compositor, Christian Nodal. La noticia, dada a conocer por este último, había corrido como pólvora en todos los portales de noticias y en redes como Twitter, Facebook, Instagram y el muy popular TikTok.

Mientras el día transcurría, me llamaba la atención que las reacciones a la ruptura de Belinda venían acompañadas de una discusión sobre el valor del anillo que Nodal le regaló para el compromiso, y de un préstamo millonario que la cantante le pidió para supuestamente pagar un adeudo con el SAT. Ese supuesto y el dilema de devolver o no el anillo levantaron comentarios entre la comunidad de internautas de todo tipo, muchos de ellos con connotaciones sumamente machistas.

Desde el fin de semana no he dejado de preguntarme por qué las decisiones sentimentales de dos mujeres son relevantes. Es cierto que resulta complicado que cada una quede fuera del escrutinio social, ya que su trayectoria pública las acerca al ojo crítico de la sociedad y la influencia que ejercen sobre la sociedad las expone mediáticamente: Elba Esther Gordillo como una de las líderes sindicales y políticas más poderosas, y Belinda como una de las artistas pop más relevantes de la industria musical contemporánea.

No obstante, sus recientes historias las colocan en el mismo pedestal donde la obscena misoginia no da tregua. Ha sido vergonzoso observar cómo algunas respuestas y memes hacia ellas están envueltos de un sexismo tan profundo, aunque por el humor que estos han traído a la conversación, se haya vuelto difícil de apreciar a primera vista. Evitaré transcribir los comentarios que se han dicho sobre ambas, y trataré de ser lo más cuidadoso para visibilizar por qué las frases hirientes que han lanzado son el resultado de la falta mínima que socialmente tenemos sobre la conciencia de la violencia de género. ¿Por qué nos debería molestar que una mujer de setenta años contraiga nupcias con una persona cuarenta años menor que ella? ¿Por qué debería asombrarnos? Si hubiera sido un hombre ¿habría tenido la misma reacción? Desde que nos enteramos de su matrimonio, el factor edad ha sido el ataque más duro que ha recibido Gordillo. Con la justificación de su oscuro paso por la política y el polémico papel que hizo como presidenta del sindicato de maestros más importante de América Latina, a Gordillo se le ha puesto como un saco de box, donde los golpes machistas nulifica cualquier oportunidad para debatir el papel de la maestra en la política mexicana.

El caso de Belinda es igual. Las descalificaciones machistas no la bajan de oportunista, traidora y cazafortunas. ¿Habría sido diferente si Belinda hubiera anunciado el rompimiento de su relación con Nodal? Hemos llegado a tal grado de suponer que las mujeres son las que dan la pauta, que ellas son las que siempre rompen con el hombre y no al revés. Una vez que anunció su separación, los mensajes posteriores de Christian Nodal prendieron la morbosidad colectiva que su rompimiento daría a la sedienta opinión pública (y tuitera, claro). El mensaje que más me sorprendió fue la respuesta que Nodal da a un grupo de fans en el que se dice más decepcionado. “Decepción la que me llevé yo. Y como fans, mejor ni sigan y dejen las cosas bonitas porque la única afectada va a ser Beli, si se habla a fondo”.[2] De ahí, partió el colmo. Los posicionamientos a favor y en contra no se hicieron esperar. Durante dos días consecutivos se conversó de la polémica ruptura.

De las experiencias de Elba Esther y Belinda se tendría mucho qué aprender. De entrada, la espontaneidad en las redes tiene elementos clarísimos de sexismo que pocas veces alcanzamos a notar. Los memes son una estrategia efectiva de comunicación para digerir los sucesos públicos con humor y sencillez; sin embargo, no se libran de la alta carga de violencia simbólica que se esconde en la caricaturización de las mujeres.

De las experiencias de Elba Esther y Belinda se tendría mucho qué aprender. De entrada, la espontaneidad en las redes tiene elementos clarísimos de sexismo que pocas veces alcanzamos a notar. Los memes son una estrategia efectiva de comunicación para digerir los sucesos públicos con humor y sencillez; sin embargo, no se libran de la alta carga de violencia simbólica que se esconde en la caricaturización de las mujeres.

La explicación que encuentro es que ambas, bien o mal, encarnan las libertades que pocas mujeres alcanzan en una sociedad que no perdona su empoderamiento. Me concentraré en el caso de Elba Esther, porque se pensará que este argumento justifica la trayectoria de La maestra y su ascenso al poder político. No es así. Si hacemos un recuento desde la primera vez que aparece en la escena nacional en 1989 hasta el 2013, año en el que fue arrestada, Gordillo fue partícipe del juego del poder patriarcal impuesto por el sistema político mexicano. Sus detractores la caricaturizaron como un personaje indigno para la vida pública del país, cuando enfrente tuvieron a otros que debieron ser castigados por las mismas acusaciones que a ella le hacían, como Carlos Romero Deschamps, el líder sindical petrolero que ha vivido hasta ahora bajo el amparo de la impunidad.

Claro está que encontraron en las pasiones de Gordillo las mejores herramientas para ridiculizarla. Su afecto a la belleza y a los lujos siguen siendo el blanco perfecto para denigrarla como persona. Con Belinda es igual. No soportan que una mujer tenga la libertad plena para hacer de su vida profesional lo que le plazca.

La carga profunda de misoginia en los comentarios, tuits y publicaciones en contra de ambas figuras públicas es otro de los aprendizajes que nos dejan estos eventos mediáticos. Aquí existe un campo muy ambicioso para que quienes se dedican a los análisis de metadatos identifiquen el comportamiento de las conversaciones de las redes sociales alusivas a la denigración de las mujeres. Estoy seguro que existen esfuerzos que ya exploran esa posibilidad.

No dejemos de reflexionar que el sexismo en las redes es un espejo de la cultura de la sociedad. No es casual que los niveles de agresión en contra de las mujeres que son figuras públicas, solo sea un síntoma de lo que se vive en la vida cotidiana de la ciudadanía. Más allá de lo anecdótico que resulte la boda de Elba Esther o de la crisis amorosa de Belinda, el fenómeno del sexismo en las redes debe llamar la atención y no dejarlo pasar como un simple trending topic.

 


[1] La Jornada Videos. Con tres horas de retraso, se realizó la boda de Elba Esther Gordillo.

[2] Milenio Digital.Gustavo Mata defiende a Belinda tras mensaje de Nodal. “Las mujeres guapas cuestan mucho”, 16 de febrero 2022.

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